El pasado 28 de marzo con motivo de la celebración del X Premio César Uceda, Jose Ignacio Sarria, presiente del Conservatorio de Leioa y viejo conocido de César Uceda, ofreció unas emotivas palabras en conmemoración de los 10 años de edad recién adquiridos del premio a jóvenes intérpretes realizando un paralelismo entre la evolución del mismo y la del conservatorio de Leioa, proyecto al que César se sumó sin dudarlo en 1980 como profesor de flauta. Finalizó su discurso dedicando unas bonitas palabras al homenajeado:

10 años llevamos convocando este Concurso César Uceda.

Comenzamos de forma sencilla y con los Conservatorios más cercanos de nuestro entorno. Pero en nosotros había mucha ilusión y mucha ambición por conseguir un certamen de prestigio y de reconocimiento nacional.

Yo diría que  lo hemos conseguido. Nos llegan solicitudes de Galicia, Euskadi, Navarra, Aragón, Cataluña, Castilla y León, Madrid, y otras comunidades autónomas.

Cada vez es más complicado seleccionar a los 15 mejores currículos y cada vez es más comprometido para el jurado decidir sobre los premiados.

Esta brillante evolución del concurso tiene un claro paralelismo con el desarrollo de nuestro Conservatorio, a lo largo de sus 35 años de existencia.

También nacimos humildes, pero ambiciosos y utópicos al mismo tiempo; con un proyecto muy osado para el Leioa de entonces, pues en él se describía un Conservatorio de referencia, con Coros, Orquesta y músicos profesionales salidos de sus aulas, entre otros objetivos.

El conservatorio nació en 1980 y, ¡seguro!, que muy pocos podían imaginarse cual iba a ser su futuro. Con la vehemencia y tenacidad que muchos me atribuyen yo trataba de dibujar las caras escépticas entre mis interlocutores, pero hubo otros que se sumaron y apoyaron generosamente a aquella especie de predicción y… uno de ellos fue precisamente César Uceda.

César era una persona muy activa: Director de la Banda de Música del Gobierno Militar de Bilbao, profesor de Armonía en el Conservatorio de Bilbao, instrumentalista de flauta en la Orquesta Sinfónica de Bilbao, padre de nueve hijos y… Director financiero de Talleres Arpe, una empresa de mecanización y construcción que ya no existe y que estaba situada en la cuesta que da acceso al Puente de Rontegui.

Por aquel entonces, en mi faceta de ingeniero yo trabajaba como Director de proyectos en una ingeniería, que tampoco existe ahora, y que se dedicaba a hacer inventos en el campo de la manutención industrial. Nosotros hacíamos los proyectos y encargábamos su cosntrucción a Talleres Arpe.

Ahí nos conocimos César y yo. Fueron muchas las conversaciones en las que mezclábamos nuestros proyectos industriales con nuestra actividad y vocación musical. Cuando creamos la incipiente Escuela de Música y le contaba nuestras expectativas de futuro, se ilusionaba por la iniciativa y, en su momento, se sumó al utópico proyecto como profesor de flauta.

Desgraciadamente no tuvo la oportunidad de permanecer en el equipo que transformó la utopía en realidad. A sus 48 años el destino le apartó brutalmente de ese equipo, pero, allá donde esté, seguro que más de una vez esbozará una sonrisa contemplando a los escépticos de aquel entonces y la brillante realidad actual del Conservatorio de Leioa.

Quisiera acabar este recuerdo al infatigable, polifacético, idealista, generoso y.. músico, César Uceda, con el texto dle poeta Eusebio Erkiaga que otro músico, Antón Larrauri, incluyó en su preciosa obra coral, Itzali Eziña y que tuve el honor de estrenarla y tantas veces dirigirla con la Coral S.J. Bautista.

“Hay vacíos en nuestra casa, por los seres queridos que murieron. No tenemos su presencia, pero su espíritu permanece entre nosotros. ¿Qué dicen los rincones?… ¿Qué dicen sus huellas? Con voz suave, pero perdurable… ¡nos hablan siempre de ellos! Con voz dulce, pero recia… ¡nos hablan siempre… ELLOS! La luz de los antepasados… ¡es inextinguible!”